Anónimo.
George J. Elvey, 1868 (🔊 pdf nwc).
Dame, te ruego, Señor un corazón
Limpio, lavado en tu sangre sin par,
Libre de toda pasión mundanal,
Cual sólo tú, ¡oh!, Jesús, puedes dar.
Un corazón limpio de mal,
Lleno de amor, ¡quién me lo puede dar?
Sólo Jesús, quien por mi mal,
Vino a morir sobre la cruenta cruz.
Dame, te ruego, Señor un corazón
Siempre tranquilo, confiado en tu amor,
Listo a seguir en tus pasos, doquier
Quieras enviarme, divino Señor.
Dame te ruego, Señor, un corazón
Lleno de santo, divino poder;
Lleno de Fuego, potente, eficaz,
Lleno de fe y podré así vencer.
Dame te ruego, Señor, un corazón
Apto a crecer en la gracia y el bien,
Para que así como tú pueda ser,
Hasta que llegue a gozar en tu Edén.