Cuando oigo la historia del querido Jesús
Que bendice a los niños con amor,
Yo también quisiera estar,
Y con ellos descansar
En los brazos del tierno Salvador.
Ver quisiera sus manos sobre mí reposar;
Cariñosos abrazos de él sentir;
Sus miradas disfrutar,
Las palabras escuchar:
A los niños dejad a mí venir.
Yo ansío aquel tiempo venturoso sin fin,
El más grato, el más bello y el mejor,
Cuando, de cualquier nación,
Niños mil, sin distinción,
En los brazos se encuentren del Señor.